Corazones rotos   VOLVER
Los Prisioneros hicieron vibrar por más de dos décadas a toda América Latina, que cantó los éxitos del grupo chileno, encabezado por Jorge González. Este año, el trío se disolvió definitivamente. ¿Qué le empujó a escribir el final de su historia musical?
   
Jorge González creó a Los Prisioneros. Compuso, cantó y tocó casi todos los instrumentos en la mayoría de los temas que grabó el trío entre 1984 y 2004. Tenía que ser él quien los sepultara. Ya lo había hecho en 1992, no obstante el éxito del disco Corazones (1990). Esa "primera muerte" del grupo mapocho llegó tras la salida del guitarrista Claudio Narea, debido a líos sentimentales que involucraron a su esposa con González. Los Prisioneros continuó sin Narea, durante algún tiempo más, reforzado por nuevos integrantes. Pero el ánimo nunca más fue el mismo. La disolución final se decidió en agosto de 2005, "al constatar que el resto de la banda no podía trasladarse a México. No me quedó alternativa", nos respondió González, vía correo electrónico. El músico y su esposa, Loreto Otero, emigraron en el 2003 a México, previendo el escenario hostil por parte de los medios masivos de su país hacia la banda, después de que ese año Narea fuera expulsado tras una reunión de la formación original en 2001, que duró dos años.

El auténtico. La empatía del guitarrista con la prensa chilena lo convirtió en la víctima de esta historia, mientras, el líder de la banda fue catalogado de dictador y, para colmo, señalado por una drogadicción ya superada. Mientras Narea difundía su versión, González y Tapia optaron por guardar silencio, pese a que la separación del guitarrista se debió precisamente al comportamiento de éste durante la preparación de su álbum de retorno Los Prisioneros (2003). En setiembre de ese año, el grupo convocó a una conferencia de prensa para presentar a Álvaro Henríquez, fundador de Los Tres, como el nuevo integrante y anunciar una gira junto a Café Tacuba, la superbanda mexicana. Pero a la prensa chilena sólo le interesaba hablar del tema Narea. Por eso, González decidió cortar la reunión, aventando al piso los micrófonos que tenía al frente. Después, todo lo bueno que pudiesen hacer Los Prisioneros y él sería soslayado. En este contexto, el cantante planteó trasladar al grupo a México, siguiendo los pasos exitosos de sus compatriotas de La Ley.

El otro extranjero. Henríquez fue reemplazado por Gonzalo Yánez (quien permanecería sólo unos cuantos meses) y por Coti Badilla. Con ellos, González y Miguel Tapia trabajaron el CD Manzana. Tal y como se previó, el álbum no tuvo difusión en Chile. Por último, ni Tapia ni Badilla se animaron a radicar en México. Se optó, entonces, por trabajar a la distancia y juntarse para las constantes presentaciones en Sudamérica (en el Perú, los últimos cuatros años, el trío realizó 12 conciertos en nueve ciudades). Para González, la fórmula no funcionó, no habia forma de ensayar y menos de crear musica para un próximo disco y, por tal motivo, en agosto de 2005 planteó la disolución. "Los muchachos se lo tomaron muy bien", explicó el cantante. Aunque la actitud de Tapia durante el último concierto del grupo el 18 de febrero, en Caracas, y sus posteriores declaraciones, lo contradigan. "No hay posibilidades de volver con el grupo. Lo descarto. Ya estamos viejos", dijo Tapia al diario mapocho La Tercera, uno de los medios más críticos de González. Tapia ya había adelantado al diario venezolano El Mundo el final del grupo, no obstante que existía la voluntad de no revelar nada hasta el 15 de marzo, cuando todos los compromisos de la banda quedarían finiquitados. Días después, La Tercera anunció el rodaje de Sudamerican rockers, un biopic sobre el grupo que contaría con la anuencia de los músicos. ¿Acaso todo era parte de una estrategia para promover la aventura cinematográfica? Conociendo los antecedentes de González, creemos que no. En todo caso, difícilmente el filme y el dinero que les tocaría recibir por regalías de éste les servirá para volver a generar por separado la magia que alguna vez emanaron en conjunto como sudamerican rockers.

FIDEL GUTIÉRREZ M.
 
Maldito libro. En Maldito sudaca (Santiago, Ril Editores, 2005), González revela al periodista Emiliano Aguayo que el aporte musical de Claudio Narea al grupo fue casi nulo y tampoco tenía una actitud altruista.
Posiciones. La hostilidad de la prensa chilena hacia González se originó en las duras declaraciones de éste contra los personajes de la derecha del país sureño. También, por opinar sobre el origen peruano del pisco, entre otros.